El día después del coronavirus

El día después de la pandemia de coronavirus tiene distintas proyecciones: La reapertura de fábricas, la posibilidad de vender chipa en los trenes, el regreso a las aulas, la circulación sin barbijos, la habilitación de ir a un cine, el reencuentro con familiares y amigos, el fútbol nuestro de cada día, los paseadores de perros. El día después, sin embargo, abrirá sobre todo la gran oportunidad de que se imponga una sensatez global perdida hace rato.

Si la economía salvaje, las ambiciones desmedidas, el sálvese quien pueda y el desprecio a la solidaridad retomasen su ritmo alocado, seguiríamos sin frenos hacia un acantilado. Diversos indicadores y miradas  de la experiencia permiten afirmar que el coronavirus ha marcado a fuego su paso por el mundo y que no todo será igual, pero el poder dominante no se quedará quieto y ha dado pruebas de ser depredador.

El Papa Francisco viene describiendo y cuestionando desde hace años el escenario de corrosión progresiva e instó e insta a hacerle frente, rebelándose contra ese orden establecido por quienes propician una suerte de cultura de la muerte. Su mensaje es, desde ya, un llamado a la rebelión colectiva de la mayoría sensata que hay en la tierra. Claro que la puja suele ser dispar.

El coronavirus, además de enfermedad, muertes, aislamientos y cambio de hábitos, dejó al descubierto a personajes oscuros y comportamientos oscuros: Suficientes y densos como para procesar la información y aplicar un antídoto. Basta de que los militantes del odio y la codicia marquen la hoja de ruta.

¿Será que el coronavirus es el último aviso? Personas ¿Qué más quieren para seguir destruyéndose? podría interpretarse.

No se trata de política de comité, de internas partidarias o de peleas por candidaturas. Se trata de que la razón triunfe sobre la fuerza, los capitalistas salvajes y los exponentes de la muerte que conducen países y representan a manufactureros del mal.

amanecer-campo-campos-de-cultivo-cesped-1237107

Deja un comentario